miércoles, 6 de octubre de 2010

Mi cuerpo es el templo de los frágiles.

De nuevo esa canción arremete contra mis tímpanos, de nuevo una vibración recorre mi cuerpo, de nuevo esa sensación de vacío en las entrañas que me hace vomitar sin control todo lo que he estado reteniendo mientras me encontraba en un estado de relativa ''felicidad''.
Es de noche, y el viento sopla con fuerza, congelando mis piernas y haciendo lacrimar a mis ojos al paso de mis Jordan 13. Al menos la sudadera me protege del frío de la calle. Ha sido una tarde agotadora, pero más rutinaria que otros días pasados. Estudiar, estudiar, estudiar, entrenar, entrenar, entrenar, y de vuelta a casa. Voy acompañado por mi desgastado iPod, en el que suena lo último de Cypress Hill, que aderezados por el ritmo de Tom Morello, gúian mis pasos camino a casa.
Me paro a pensar, en qué estaba pensando, cómo se me pudo pasar por la cabeza tal cosa, mas una responsabilidad así debe ser discutida con la conciencia y analizada a fondo, sus pros y sus contras, el contexto y la situación...Mal planteado, mal pensado y mal hecho, todo mal, absolutamente todo.
Tal relación parecía condenada al fracaso, aún así, después, la pérdida más que resultar abrumadora fue como una liberación, como quién quita las esposas a un preso, más, ahora, en mi situación tengo riesgo de recaer en la enfermedad que fui arrastrando desde años atrás, y a la cual achaco todo lo que me ha pasado, bueno y malo.
Pero, no caeré en el mismo error, es más, ya hay un atisbo de luz, al final de este túnel, que espero que esta vez, sea algo más corto que el que recorrí la última vez.

1 comentario:

  1. Los creyentes llamamos a ese "tunel" noche oscura y hay que pasarlo muchas veces en la vida, tantas como sean necesarias para crecer desde dentro.

    Bienvenido otra vez a la luz del día.

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